La Calavera fue un elemento muy presente en la cultura prehispánica mexicana. Todas las grandes civilizaciones precolombinas hicieron uso de su imagen para simbolizar a la muerte, con la cual tenían una íntima relación. Estos pueblos antiguos consideraban a la muerte no sólo como el fin de la vida, sino también como un momento de regeneración y creación; por ello la muerte significa al mismo tiempo la celebración por la renovación de la vida, llenando de alegría y colores cada una de estas figuras.